El exsecretario general de Palacio de Gobierno, Bruno Pacheco, debe ostentar un récord. Con poco menos de cuatro meses en el cargo, ya enfrenta cuatro investigaciones abiertas por el Ministerio Público. Ya tenía diligencias en curso por pretender influir en los ascensos militares, otra por hacer lo mismo con el jefe de la SUNAT y una tercera por presunto enriquecimiento ilícito. Sin embargo, más allá de los US$20 mil en efectivo encontrados en el baño de su oficina, las últimas pesquisas, la de la licitación de más de S/ 232 millones otorgada por Provías Descentralizado para la construcción del puente Tarata sobre el río Huallaga, pone en verdaderos aprietos a su exjefe, el presidente Pedro Castillo.
Pero Pacheco no es el primero. Y probablemente no sea el último.
Los hombres de confianza de los mandatarios han sido protagonistas de escándalos que han salpicado a los presidentes e incluso los hundieron definitivamente.
No es el perfil de un todopoderoso asesor en las sombras, como el de Vladimiro Montesinos, quien se convirtió en cogobernante de facto en el decenio fujimorista, y líder de una organización político criminal que se asoció con el narcotráfico, perpetró crímenes de lesa humanidad, y compró jueces, fiscales, congresistas y periodistas.
Se trata más bien de personal de confianza que estuvo expuesto desde un primer momento, del estilo de Cesar Almeyda Tasayco, el abogado de Alejandro Toledo que estuvo al frente del fenecido Consejo Nacional de Inteligencia (CNI), cuando esa labor todavía tenía la estela del poder oculto que le imprimió Montesinos, y luego cayó en desgracia por un caso más bien confuso, que fue el del relacionado con el suicidio del general EP (r) Óscar Villanueva, parte del círculo montesinista. Almeyda fue señalado por ofrecerse a influir en el Poder Judicial a favor de Villanueva y protagonista de unos audios que fueron ofrecidos a la venta a varios medios de comunicación. En el lío se vieron envueltos Miguel Salas Sánchez, conocido como el Agente “Sun”, y el periodista Beto Ortiz. Almeyda pasó 34 meses en prisión preventiva y recibió una sentencia de cuatro años de prisión.
Sin embargo, guardaba la información sobre casos bastante más interesantes, como el del presunto negociado para darle luz verde a la venta de Backus a la colombiana Bavaria, y estuvo cerca en convertirse en colaborador eficaz del Ministerio Público, lo que habría confirmado bastante antes el grado de corruptelas en el que estuvo envuelto Toledo, quien hoy aguarda su extradición de Estados Unidos en la trama más escandalosa del caso Odebrecht en el Perú, pues el expresidente recibió coimas por hasta US$33 millones. A Almeyda lo pretendieron meter en el despelote brasileño, pero la cuenta con la que fue vinculado le pertenecía en realidad al recientemente fallecido Yosef Maiman.
Por su parte, el expresidente Alan García prefirió suicidarse antes que someterse a una orden de prisión preventiva, motivada en la investigación del Equipo Lava Jato, que encontró que Odebrecht pagó presuntamente a Nava más de US$4 millones en coimas. García siempre negó todos los cargos.
Nava tenía una larga vinculación con el líder aprista, pues presidente de directorio de Mutual Perú en su primer gobierno, la que terminó quebrada. Nava estuvo preso durante un año en 1993, pero el Poder Judicial lo absolvió. Aunque esta vez no ha sido sentenciado, como es la constante en el caso Lava Jato, a la segunda no tuvo escapatoria.