Una de las críticas que está afrontando el nuevo Gobierno está relacionada a la designación de altos cargos del ejecutivo, pero la posible falta de adecuación al cargo no está centrada solo en los responsables de las carteras ministeriales, sino que afecta a cientos de cargos de designación estatal.
Tres son los tipos de decisiones que pueden darse a la hora de gestionar. En función a la calidad de las mimas Simón las clasificó entre decisiones de racionalidad perfecta, de racionalidad limitada y de cubo de basura. Pero desafortunadamente pareciera que las decisiones políticas están plagadas de decisiones al margen de la racionalidad, como si un virus del absurdo se apoderara de los decisores dando lugar en demasía a estas últimas; es decir a las decisiones tipo cubo de basura.
Los lectores se preguntarán en este momento ¿cómo es esto posible? ¿a qué se debe? ¿cómo lograr que se tomen mejores decisiones? Para que ello se necesitan los siguientes elementos: preparación, capacidad técnica y cognitiva, experiencia, métodos, cualidades como gestor, creatividad y muy importante gestionar con la voluntad de un buen padre de familia no dejando cosas al azar o al destino. Esto es, primando el interés general frente al interés particular, y desafortunadamente el Perú está plagado de malas decisiones fruto del interés particular que lleva aparejada la corrupción.
Esta situación no va a cambiar hasta que aquellos con la responsabilidad de generar normas que permitan cambiarlo, decidan tomar las medidas precisas para ello y que los responsables de la designación de cargos públicos seleccionen con buen criterio los responsables para dirigir los estamentos públicos y de esa forma evitar el despilfarro de recursos públicos.
Para tratar de arrojar luz y darles medidas para afrontar los problemas les daré las pautas imprescindibles que les ayudará a evitar decisiones tipo cubo de basura.
l proceso de toma de decisiones lleva aparejado una serie de pasos que deben seguir en una secuencia concreta para una mejor decisión.
- En primer lugar, comprende la identificación del problema a afrontar y en demasiadas ocasiones los malos gestores confunden los síntomas que se observan cuando hay un problema con las causas que los generan. Y tratar de resolver los síntomas como una subida del desempleo, una caída del PIB u otra, no se resuelve con medidas que no permiten resolver las causas subyacentes a los problemas.
- Tras ello es preciso identificar los criterios que serán tenidos en cuenta a la hora de tomar la decisión. Estos criterios deben estar referidos a aspectos técnicos y con fundamento en la viabilidad técnica y la aceptabilidad social y alejados de decisiones partidistas
- Establecer la importancia relativa de cada criterio y este es un punto de especial relevancia, pues un mismo aspecto no es igualmente importante para cada decisor. De igual modo hemos observado como durante la pandemia algunos presidentes han optado por la economía frente a la salud con catastrófico resultado sin precedentes.
- Posteriormente, se desarrollan las alternativas para dar paso seguido a analizar y evaluar las mismas. Tras este, seleccionaremos la más conveniente para resolver las causas del problema, la implantaremos y evaluaremos la eficacia de la decisión; para de esa forma determinar el grado en que contribuyo a resolver el problema.
- Finalmente gestionaremos el conocimiento acerca del problema y la solución planteada para poder almacenar y usar el mismo la próxima vez que este se presente, pues se ha comprobado que existen problemas recurrentes que vuelven a producirse cada cierto tiempo y que no son afrontados con eficacia, por un inadecuado almacenamiento y gestión de del conocimiento generado.
En cuanto a las cualidades que deben tener los hacedores de políticas para tener éxito en sus decisiones, muchas son necesarias, pero aunque estas líneas no me permitan exponerlas todas me centraré en las más importantes:: proactivo, confiable, justo, ético, honesto, tolerante, innovador, comunicativo, integrador, inteligente, analítico, objetivo, informado, sincero, comprometido, colaborativo, coherente, resiliente, con buen juicio y aunque parezca mentira de la que más parece carecerse, sentido común.