Los rumores se desataron entre los ministerios al final de la tarde del martes 14. Y tomaron cuerpo cuando no fue convocado el Consejo de Ministros de siempre a la mañana siguiente. El retorno de Pedro Cateriano Bellido (62) a la Presidencia del Consejo de Ministros cierra un curioso círculo.
Cuando el Congreso fue constitucionalmente disuelto en setiembre pasado, el presidente Martín Vizcarra le ofreció la cartera, y Cateriano aceptó. Pero mientras daba una entrevista en los estudios de RPP escuchó la juramentación de Vicente Zeballos. Le habían pedido que corra a Palacio de Gobierno y, literalmente, no iba a llegar. La premura era total porque Salvador del Solar se negó a firmar el Decreto Supremo de la disolución y, para evitar riesgos constitucionales, el parlamentario moqueguano pasó a ser el nuevo primer ministro.
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Por cierto, la ex vicepresidenta Mercedes Aráoz rememora esa noche loca del 30 de setiembre en el fragmento de sus memorias publicado en esta edición de CARETAS. Insólitamente, Vizcarra le ofreció a Cateriano que juramente pasada la tormenta, pero éste declinó.

Hoy no se vive una crisis política sino una sanitaria, de magnitud global y con efectos lacerantes para la economía, capaces de imponer una cruel regresión social a lo conseguido por el país en las últimas décadas. Las próximas fiestas patrias serán las más sombrías en mucho tiempo.
Y Vizcarra se decidió por hacer los cambios antes de preparar el ambiente para su mensaje a la Nación. Entre cambios y enroques –que solo son dos– hay 14 novedades: Mario Juvenal López (Relaciones Exteriores), Jorge Eduardo Montoya Pérez (Interior), Ana Neyra Zegarra (Justicia y Derechos Humanos), Pilar Mazzetti (Salud), Martín Adolfo Ruggiero (Trabajo y Promoción del Empleo), José Antonio Salardi Rodríguez (Producción), Rocío Barrios (Comercio Exterior y Turismo, vino de Producción), Jorge Rafael Belaunde Llosa (Energía y Minas), Carlos Estremadoyro (Transportes y Comunicaciones), Carlos Lozada Contreras (Vivienda, viene de MTC), Kirla Echegaray (Ambiente) y Patricia Donayre (Midis). Cateriano y los nuevos ministros representan un viraje ideológico en el gobierno.
El ex premier Zeballos se refirió a líneas aéreas de bandera y la posibilidad de un impuesto a la riqueza en medio de la pandemia. Las últimas declaraciones de Cateriano recuerdan sus orígenes políticos con Libertad y su amigo Mario Vargas Llosa. Es claro que Cateriano estará más alineado con la MEF María Antonieta Alva. La noche del martes las negociaciones se concentraron en torno a la cartera de Salud. En los días previos Cateriano había sido muy crítico con la gestión de Víctor Zamora y propuso incluso que fuera relevado por Pilar Mazetti, la también ex ministra que estaba al frente del llamado Comando Covid que agrupa a otros destacados profesionales del rubro. Y eso hizo al ofrecerle el fajín a la cirujana y neuróloga.

Hubo un tire y afloje con Palacio porque ella demandó ingresar al ministerio con buena parte del mencionado comando, al que a su vez fue invitado Carlos Neuhaus, el ex hombre fuerte de los Juegos Panamericanos que lideraba otro “comando”, el que está en pos de asegurar el suministro de la vacuna contra el coronavirus, cuando se encuentre disponible.
El cambio de gabinete marca precisamente el final de la hegemonía de Zamora, médico especializado en salud pública, en la estrategia para combatir la pandemia. Zamora colaboró con el izquierdista Frente Amplio en la campaña de 2016 y se encuentra en las antípodas ideológicas de Cateriano. Tras ser designado como ministro de Salud el 20 de marzo, corrigió rápidamente el que era hasta ese momento el error más grave del gobierno, que era no darle la debida importancia a la toma de pruebas.

Al día de hoy, en cambio, se han practicado más de dos millones de muestras. Uno de los números más altos del mundo a pesar de no ser un país donde las pruebas se fabricaban. Fue realmente notable el incremento de las camas equipadas en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y de las camas hospitalarias en general.
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Pero, con el correr de las semanas y meses, comenzaron a aparecer las grietas. La prolongación de una severa cuarentena sin diferenciaciones se opuso a su caótico incumplimiento por parte del Perú informal y autoempleado, con la consiguiente continuidad en la propagación del virus. Fueron escasos los esfuerzos de trazabilidad que aprovecharan la tecnología como ocurrió exitosamente en otros países –se adujeron las leyes de protección de la privacidad- y también fue criticada como tardía la reacción para controlar los grandes focos de contagio, como los mercados y el transporte público. La crisis de suministro de oxígeno y el descuido en el primer nivel de atención puntuaron el drama. A medida que la situación se desenvolvía, Cateriano reaparecía cada tanto como un crítico de Zamora.
En estos últimos años, el discurso del nuevo primer ministro fue sumamente crítico del “fujiaprismo” –como lo llamaba– que imperó en el Congreso pasado y le enrostró al ex presidente Pedro Pablo Kuczynski y a su primer ministro Fernando Zavala por dejarse arrinconar. Luego de no llegar a ceñirse el fajín, defendió repetidamente la constitucionalidad de la disolución del Congreso. Más recientemente, ante la decepción despertada por el Parlamento actual, se ha dedicado a recordar la situación políticamente imposible de la que se salió el año pasado. Como quien dice que, a pesar de todo, por ahí andamos mejor.

Y es muy probable que Vizcarra haya reparado en su talante combativo para hacerle frente a un Legislativo todavía impredecible. Cateriano ha hecho notar que el presidente pecó de ingenuidad al pensar que podría controlar la situación sin tener bancada. El nuevo primer ministro también se vio obligado a defenderse de las investigaciones –archivadas y reabiertas– por la compra del satélite PeruSat-1 a Francia durante su gestión como ministro de Defensa en el gobierno de Ollanta Humala, donde terminó el quinquenio con el cargo al que retorna hoy.
Igualmente, Cateriano ha vuelto a un discurso público muy liberal. Criticó al gobierno por su reciente enfrentamiento con las clínicas privadas y ha repetido que uno de los problemas de fondo es el monopolio de Sedapal, que para él tendría que ser roto con el ingreso a la cancha de jugadores privados. Perspectivas que ayudan a contrapesar el discurso del gobierno “anti-privado” con el que se critica últimamente a Vizcarra, y que se concentró en el ex ministro Salud por las demoras para reiniciar determinadas actividades económicas. El equilibrio entre el relanzamiento económico y la contención de una tragedia que ya es inmensa marcará la segunda gestión de Cateriano en la PCM.