No hay campaña sin contracampaña. Los embarrados se refieren siempre a la guerra sucia. Pero cualquier candidato debe estar preparado para que sus rivales lo pongan de cabeza y filtren a la prensa sus faltas mortales y hasta sus pecadillos. Los primeros son incontrastables. Los segundos pueden magnificarse según como se cuente la historia y, en algunos casos, los periodistas designadas se prueben el calzón con bobos para disertar sobre la moral privada trasuntada en pública por la naturaleza y el momento del personaje.
En esta campaña de enanos sin Blancanieves –Juan de la Puente dixit- la ofensiva le tocó recibirla al Partido Morado. CARETAS se preguntaba en su carátula hace un par de semanas si le iban a pisar el poncho a su líder, Julio Guzmán. Más que eso, se lo enrollaron.
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Lo de Daniel Mora cae en la categoría de incontrastable. Insistir en una candidatura cuando se tiene en la puerta del horno una denuncia semejante por violencia familiar pasa de la ciega arrogancia al suicidio político. Guzmán lo presentaba como uno de sus más importantes activos debido al impulso que le dio a la reforma universitaria y la actual SUNEDU (ver nota aparte). Ahora, cuando queda claro que no ha renunciado a su candidatura, se convierte en un elemento tóxico, incluso para quienes siguen creyendo en la opción de un partido que, mal que bien, armó una lista interesante y encaró la moledera sin guardarse para el próximo año. Con el número 3, es casi seguro que Mora terminará en el próximo Congreso.
El episodio del incendio que le sacaron a Guzmán en Panorama tiene otro calado. Tanto que la acusación era incierta. ¿Por infiel? (“el derecho a trampear”, lo llamó una de sus copartidarias). ¿Por cobarde? Se supone que abandonó a su suerte a Liliana Acurio, dirigente del Cusco, tras el incendio del televisor. La corrida registrada por las cámaras de seguridad no tiene mucho sentido, a menos que efectivamente fuera a llamar a su seguridad que, según su versión, se encontraba a espaldas del edificio y por eso el encuentro no fue registrado.
La oportunidad es notable, pues el informe de la policía y los bomberos no incluyen el nombre de Guzmán. Ocurre no solo en campaña, sino también un par de días después de que Mora acuse a Guzmán de deslealtad por exigir su renuncia. El general retirado del Ejército fue director nacional de inteligencia estratégica tras la caída del SIN de Vladimiro Montesinos. Pero la especie más difundida fue la de la mano aprista, basada en un tuit premonitorio sobre el caso de Guzmán publicado por el candidato Mijael Garrido Lecca, el viernes 17.
El chifazo en tecnopor de Guzmán incluía velas dispuestas en forma de corazón y pétalos de rosa. Todo quedó tendido y dice que en su momento le dio las explicaciones a su esposa. Su reacción es desconocida, pero en el Partido Morado sostienen que siguen siendo pareja. Voces feministas han cuestionado que la militante cusqueña tenía una relación de “subordinación” con el líder.
La reacción del electorado está por verse. Podría afectar a un partido que aparecía en apretado segundo lugar en las últimas encuestas. O podría despertar de la somnolencia electoral a un sector de la ciudadanía. Detrás pugnan por pasar la valla partidos como el PPC, Frepap, el APRA, Frente Amplio y Juntos por el Perú. Según las últimas encuestas permitidas, el voto en blanco comenzaba a retroceder de los niveles estratosféricos de las últimas semanas.
El alcalde Jorge Muñóz, que es de Acción Popular -discreto puntero hasta la restricción de encuestas- le dio con palo a Guzmán pero en el sentido de cuestionar su posible candidatura en el 2021. En el filo de la neutralidad. Guzmán había invocado en CARETAS al entendimiento con Salvador del Solar y George Forsyth para esas elecciones. Pero cercanos colaboradores del ex premier descartan tajantemente que Del Solar vaya a aliarse con el Partido Morado. Las conversaciones previas entre ambos, señalan, no llegaron a ningún lado.
