Se ha dicho mucho sobre la subida del precio del combustible. Pero lo que sigue habiendo de momento es un pésimo manejo. Cada día que pasa los precios continúan subiendo en los grifos de la ciudad y del país.
Aunque suene mezquino, lo cierto es que las medidas no han resultado ser efectivas. Y ello porque, a pesar de que incluso se dio la reducción del Impuesto Selectivo al Consumo, esto no ha aliviado a los bolsillos de los cientos de miles de usuarios que consumen derivados del petróleo a diario.
Ello a pesar de que la crisis del combustible no es algo que haya surgido recientemente sino, por el contrario, se ha venido dando desde hace ya más de seis meses. Ha sido un incremento de precios sostenido en el tiempo que fue advertido en muchas ocasiones a partir de la pandemia en portales especializados del rubro logístico y económico.
LEER | Editorial: Pedro Páramo
Acontecidas ya las otras adversas circunstancias como el incremento del dólar o el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, el precio del combustible no pudo bajar más. Es así que se originó generó la crisis política más crítica del actual gobierno. La subida del precio generó un masivo paro de transportistas, lo que a su vez causó el toque de queda en todo Lima, acción que finalmente desembocó nada menos que en un pedido de vacancia presidencial.
Ineficaz medida
El reducir el Impuesto Selectivo al Consumo al precio del combustible fue una acción que generó expectativa y sedujo, por supuesto, a los líderes de la huelga de transportistas. Fue así una medida improvisada que luego de una serie de negociaciones entre Huancayo y Lima, llegó a propiciar una tregua para que las medidas de violencia, finalmente, frenasen.
Al principio se pensó que la medida del ISC y el alivio en los precios era solo una cuestión de tiempo, ya que según varios economistas no iba a tener efectos inmediatos. No obstante, a casi dos meses de dicha disposición, se ha demostrado que la medida resultó ser ineficaz. Y ello por varias razones.
Para empezar, el impacto de eliminar el ISC nunca ha llegado al consumidor porque se ha quedado beneficiando solo a Petroperú. Y esto porque como en el Perú el mercado de los combustibles es un oligopolio liderado por dicha empresa, bajar el impuesto aumentó sus márgenes de ingreso.
Es indignante que los precios no se hayan trasladado a los consumidores, más aún cuando ahora el combustible está bajando (al menos) en un 11% a nivel internacional, pero los precios en los surtidores peruanos no han disminuido un centavo de sus tarifas. La medida terminó siendo, gracias al mal manejo, solo para los reflectores y sin utilidad alguna para el consumidor final.
Finalmente, otra razón que hundió la medida fue porque el decreto bajó el precio en la primera parte de la cadena, y no en los grifos. Jamás se tuvo la certeza de que el beneficio se iba a trasladar al consumidor final. En pocas palabras: jamás se orientó al usuario.
Incluso, según expertos, los bonos hubieran sido una medida mucho más eficiente. Y ello porque son acciones mucho más focalizadas en los hogares más vulnerables y terminan por atacar directamente el problema.
Visión a futuro
Lamentablemente, además de mediocre se trata de un mecanismo que ya no se va a poder revertir ya que los desbalances fiscales que esta medida pueda traer consigo a futuro y los precios de los próximos años ya son historia aparte.
En términos sencillos: cuando los precios suben, es muy difícil que vuelvan a bajar al margen anterior. Eliminar el Impuesto Selectivo al Consumo no fue estratégico y se ha perdido una bala de manera torpe. Si bien este dispositivo solo se ha dado por nueve meses la pregunta es, ¿cómo se hará luego para reponer el impuesto cuando los precios se estabilicen? ¿Los precios subirán aún más?
Cabe precisar que la ineficacia de esta medida no es responsabilidad absoluta del gobierno, sino que también del Congreso de la República, lugar donde, precisamente, se propuso el proyecto de Ley N° 1590/2022-CR con una serie de imprecisiones en materia económica que solo terminaron por ser decepcionantes.
Estos errores siguen trastabillando al sector logístico, que lucha por mantenerse a flote en medio de una preocupante crisis económica.
Por desgracia, con el combustible ha sucedido lo mismo que con la eliminación del IGV de los alimentos, una medida que tampoco generó alivio en los precios de los productos de la canasta familiar. Ambas fórmulas fallidas, como casi todo lo que se ha venido gestionando a nivel de Estado durante los últimos meses.