El querido guargüero es en realidad hijo de la fusión. Amasado en la colonia por las monjas de los conventos, evoca nostalgias. Y también es capaz, cuando su masa celestial se encuentra con un manjar a punto en el estallido azucarado, de inspirar sofisticación. Dicen que su origen fue el gaznate, un pastelillo español con versiones por toda América. Pero, a pesar de tantas recetas, es el crisol peruano que se lleva las palmas y no deja de proponer nuevas interpretaciones.
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Una idea así está detrás de Guargüero, restaurante que se estrena en el céntrico cruce miraflorino de La Paz con 28 de Julio. El empresario Justo Carbajal, conocido en el rubro logístico y columnista de CARETAS, ya emprendió aventuras gastronómicas en sociedad como es el caso de La Trastienda.
“Es un nuevo concepto para las ofertas de Lima y sobre todo Miraflores”, explica. “Una nueva manifestación de fusión diseñada para atender a dos tipos de clientes. El distrito es un punto de llegada para los turistas extranjeros, pero también el núcleo de la demanda interna para el paladar del peruano”.

Variedades de cebiches, anticuchos y makis comparten la carta con un concentrado de carre de cordero y un sancochado de altura –jamón añejado, asado de tira, chorizo amazónico– capaces de calentar las fiestas patrias. Más allá una pachamanca marina y el lomo saltado en dos propuestas: clásica e ítalo-peruana. Los audaces cócteles de autor merecen otra escala (ejemplo: el Mario Moreno lleva tequila, palta, licor de ají mollero, nacho, pico de gallo) y los postres rematan el recorrido. Tienta el cheesecake azul pero también el inevitable trío de guargüeros, con manjar de olla, café y lúcuma. Alas y buen viento en este viaje sensorial.