“He venido a despedirme personalmente, pero despedirme con mucha alegría porque no tengo otra que estar muy feliz de haber podido caminar el mundo durante tantos años haciendo algo que amaba hacer, compartiendo con mucha gente que ha compartido conmigo. No me queda otra que la alegría”. Joan Manuel Serrat anunciaba en su concierto del 16 de noviembre en el Plaza Arena su alejamiento de los escenarios luego de 57 años de cantor.
Y es que el poeta de rostro amable decidió que ya era hora de parar a sus 78 años. Es así como nació la gira El vicio de cantar, la cual arrancó en abril en Nueva York y se extenderá hasta el 23 de diciembre, donde cerrará en Barcelona, su casa, casi seis décadas cantándole al amor, la esperanza y la vida.

Es difícil aceptar que un grande como Serrat se retire, sobre todo cuando su lucides, así como su voz, se encuentran maravillosamente intactas. Su vigencia permanece, también, intacta. La noche del concierto unos jóvenes que no pasaban los 20 años, sostenían unos LPs para que los firme.
Noche cómplice, propicia para las confesiones, despedidas y hasta el humor que fue posible a las gestiones de los productores Jorge Ferrand y Jorge Fernández. En un momento, Serrat en tono cómplice dijo que una vez preguntó a Alexa, el aparto inteligente de Amazon, ¿qué es la música? La respuesta, sin atisbo de poesía, entraba en detalles técnicos. Benevolente, el cantor perdonó al aparato: “No es tu culpa Alexa, tú no eres la que contesta, son los académicos hispanos. Qué frialdad, cuando la música lo es todo”.
(Javier Zapata).