En la muy buena obra teatral El hijo, la actriz Fiorella Luna, en el rol de Sofía, ofrece el equilibrio que requiere la feroz dinámica de los personajes en conflicto; lo lleva a cabo mediante posturas, gestos, frases directas y silencios.
Entonces, tras lo visto, una inquietud razonable: ¿qué hay detrás de la actualidad de Fiorella: acaso solo oficio consolidado?
“Como a todos, la pandemia cambió cosas en mí, pero también me permitió reencontrarme con la escritura. Entre los 12 y 15 años escribía mucho y dejé de hacerlo hasta la pandemia. En estos momentos estoy escribiendo un cuento familiar y también estoy enseñando actuación, actividades que empecé durante los meses de encierro y que continúo hasta hoy. Me gusta compartir lo que sé y aprender de los alumnos”, señala Fiorella, quien también se muestra enfática en lo siguiente:

“Siempre he estado en constante búsqueda desde que decidí ser actriz y lo que hoy quiero es sentir la actuación más allá de las palabras, que la misma proyecte un compromiso personal (mente, corazón y cuerpo) con el texto y generar de esta manera un vínculo con el otro —el espectador—, es decir, ir más allá de una buena actuación”.
Con amplia experiencia en cine y televisión, a Fiorella nadie le va a venir con cuentos.
“Yo sé que tengo que trabajar mi voz, es suave para teatro, es algo que debo mejorar y todos mis esfuerzos van hacia ese fin; como artista busco salir de mi zona de confort, no encajarme en los estereotipos, menos en determinados personajes que a actrices y actores pretenden encasillarnos. Me gusta exigirme”.
Así se construye la legitimidad.