La agresión que Putin ordenó contra Ucrania está adquiriendo cada vez más proporciones globales. No se trata solamente de los territorios ucranianos invadidos: ahora hay en curso una amenaza y una repudiable ejecución. La primera: Putin ha vuelto a señalar que no es improbable que el conflicto escale a una guerra nuclear. La segunda: se ha inmovilizado cargamentos de granos oriundos de Ucrania destinados a abastecer de alimentos a buena parte del mundo. Una diabólica combinación de efectos entre paralizantes y devastadores.
La amenaza nuclear no es nueva. Desde que Rusia inició la agresión se ha aludido al eventual uso de armas nucleares. Recientemente se ha vuelto a hacer. Putin ha declarado, otra vez, que el mundo jamás ha estado tan cerca de una conflagración nuclear. “No es un farol”, ha dicho. Ahora bien, para dicha temeraria afirmación, el líder ruso ha culpado a Occidente y, especialmente, a Estados Unidos. Ha señalado que está preparándose a Ucrania para que utilice lo que se denomina “bombas sucias”, es decir, artefactos preparados improvisadamente con material radioactivo de alta potencia destructiva. Por cierto, que los sindicados han negado la acusación.
Pero lo que cabe destacar es el argumento de que quien causa los estropicios no es el autor de los mismos, sino el adversario, que sería quien los provoca. Dicho de otra manera, la agresión rusa contra Ucrania no es responsabilidad de la arbitraria decisión de Putin, sino de Occidente por provocarla. En síntesis, la culpa es del otro, no mía.
Ahora, analicemos la situación del Perú y comprobaremos que el presidente Castillo utiliza exactamente el mismo raciocinio: culpar al otro y no asumir su propia responsabilidad. La severa crisis en la que está el país, en la versión de Pedro Castillo, está originada por la oposición, por los adversarios, y no por sus reiterados yerros. Lo mismo que hizo tiempo atrás, remedando a Donald Trump, cuando dijo que había una persecución política cuando la fiscalía empezó a investigarlo.
El presidente Castillo sostiene que lo que hay en el Perú es un complot de todos los Poderes del Estado para defenestrarlo de su cargo. Una confabulación entre el Poder Judicial, el Congreso y la Fiscalía de la Nación para desalojarlo, inconstitucionalmente, de Palacio de Gobierno. No es que, según se ha acreditado en las investigaciones realizadas, él sería el responsable de liderar una organización criminal que habría cometido diversos delitos en el ejercicio de sus funciones, sino que la oposición, sus adversarios políticos, son los que han fabricado los hechos, inventado las declaraciones, fraguado las evidencias, en fin, montano una imputación falsa.
Es verdad que, a veces, la mejor defensa es el ataque, pero no es menos cierto que dicho mecanismo deja ser efectivo cuando la contundencia de los hechos es de tal magnitud que su uso deviene estéril y sin sentido.
Putin no puede culpar a Occidente de sus actos, de la misma manera que Pedro Castillo no puede responsabilizar a sus adversarios de los suyos.
*Abogado y fundador del original Foro Democrático