El presidente de Chile hasta el momento, probablemente, no entiende a cabalidad qué está sucediendo en su país, aunque debiera tener una idea del porqué. No obstante el tiempo transcurrido, la gente sigue manifestándose. Ese fenómeno tiene un nombre: anormalidad.
Ahora, vengamos al Perú: ¿estamos viviendo una anomalía? Aunque parezca increíble, sí, el país está atravesando una situación inusual, pero como es de carácter institucional, pasa desapercibida. La ciudadanía aquí, a diferencia de los chilenos, simplemente no advierte la situación porque no la siente, le es indiferente, ya que no le atañe directamente. Se trata del siguiente fenómeno: hay un Gobierno que viene ejerciendo sus funciones en el marco de la Constitución, pero sin Congreso, es decir, sin contrapesos legislativos, y esto jamás ha ocurrido en la historia reciente del Perú. Por primera vez, está operando la figura del interregno parlamentario. Se está gobernando por Decreto, y esto aparenta una anormalidad sin serlo.
A lo que hemos estado acostumbrados los peruanos es a que haya gobiernos de facto, dictaduras que se convirtieron en tales porque violaron el orden constitucional.
Hemos sido testigos de un hecho que acredita la atípica situación: el presidente del Consejo de Ministros ha presentado su plan de gobierno, después de haber asumido el cargo, ante el país, en Palacio de Gobierno, y no ante los congresistas reunidos en el Legislativo. Y este es un acontecimiento sin antecedentes en nuestra historia, que deriva de que el Congreso fue disuelto, constitucionalmente, al haber ejercido el presidente de la República la prerrogativa que la propia Constitución le reconoce para tal efecto.
Es verdad que hay quienes, todavía, sostienen que dicha decisión fue inconstitucional, que Vizcarra lo que ha hecho es dar un golpe de Estado, convirtiéndose en un dictador. Sin embargo, la realidad los viene desmintiendo: además de que existe la más absoluta libertad en todos los sentidos, ningún organismo del Estado ha dejado de seguir ejerciendo sus competencias con autonomía y sin restricción alguna.
Es más, el Tribunal Constitucional (TC) acaba de admitir a trámite la demanda contra el Ejecutivo para definir si hubo, o no, alguna infracción constitucional en la medida de disolver el Parlamento. Y aquí cabe destacar algo importante: el mismo TC ha desestimado el pedido para que se restituya el Congreso disuelto mientras se resuelve el fondo de la controversia. Ha invocado como fundamento que existiendo en curso un proceso electoral, convocado por el propio presidente Vizcarra para reemplazar al Congreso disuelto (en el que están participando todos los grupos políticos que lo conformaron), no es atendible que se conculque el derecho de la ciudadanía a ejercer su voto.
Hay, entonces, una situación institucional histórica que por ser inédita no deviene en inconstitucional. Interesante: mientras el presidente Piñera sigue devanándose los sesos para entender por qué sigue ocurriendo lo de Chile, el presidente Vizcarra viene gobernando el Perú en una situación nunca antes vista.