“Allí es donde está la vida”, dice Ana Fortunic, 53, antes de entrar al mar a eso de las 6.30 a.m. Ella asegura que el nado en aguas abiertas le ha regalado un grupo humano y además “te saca todo el estrés”. Después de un buen chapuzón y varias brazadas “estás lista para enfrentar el día”.
No hay duda que el mar, a veces, puede ser un poco retador. Es más, el día que fuimos a hacer la nota la Marina de Guerra había circulado un comunicado donde advertía de “oleaje anómalo”. A pesar de eso, la playa Pescadores en Chorrillos estaba llena de personas listas para meterse al mar.
Ese comportamiento del mar hace que este deporte de nado en aguas abiertas sea más interesante ya que ni un día es igual a otro. Tan es así que, quienes lo practican aseguran que “nadar en piscina es aburrido”.

La comunidad peruana de nadadores de aguas abiertas ha crecido de manera exponencial desde la pandemia. Esto no significa que antes no había personas que se metían al mar a nadar sino que después de 100 días de encierro por el coronavirus, la sensación de libertad fue casi explosiva.
Patricia Woyke fue una de esas personas que apenas escuchó que se levantaban algunas restricciones tuvo la necesidad de salir corriendo a tomar un poco de aire. Aún era invierno y la temperatura del mar estaba fría pero no dudó ni un minuto y para darse ánimo llamó a dos amigas: Soledad Cunliffe y Karin Scheuch.
Las tres fundaron Las Truchas, un grupo integrado solo por mujeres que, durante estos tres años, han logrado que cientos de personas pierdan el miedo al mar. Su entusiasmo ha llegado a los titulares de medios nacionales e internacionales. Una de esas ocasiones fue cuando convocaron al BAP Unión, considerado el buque escuela más bonito de América Latina, para que se detuviera en la Costa Verde.

La mañana del 29 de junio de 2021, después de unas elecciones presidenciales polarizadas, Las Truchas convocó a 600 nadadores de aguas abiertas y deportistas de otras disciplinas acuáticas, para hacer un círculo alrededor del BAP Unión y “dar un mensaje de unión entre los peruanos”. Y vaya que se logró porque hasta los pescadores de Chorrillos sacaron sus lanchas y se unieron a cantar ‘Contigo Perú’.
Patricia Woyke, que ha hecho todo tipo de deportes a lo largo de su vida, asegura que la creatividad le sale “cuando más caos hay”. Cuando Las Truchas comenzó a formarse como equipo, la playa Pescadores, en el extremo sur de la Costa Verde, amanecía llena de botellas regadas por todos lados y varios borrachos que habían perdido el rumbo durante la noche. Ahora, el ambiente es otro porque todos los días cientos de nadadores se dan cita desde temprano en la mañana.
La comunidad ha ido creciendo y de manera contagiante. Hay nadadores de casi todas las edades y condición física. Algunos son deportistas ranqueados pero otros van recuperando su energía simplemente teniendo contacto con el mar.

Miguel de los Santos Rosales, se retiró de la policía hace un año. Mientras estaba en servicio era salvavidas y ahora, junto a otros colegas que aún se encuentran en actividad, dona su tiempo entre las 6 a.m. y las 9 a.m. para el equipo que llamó Salvavidas Junior Perú.
A través de su metodología él enseña a que niños, desde los dos años, desarrollen confianza y aprendan todo lo referente al salvamento deportivo “porque así se llega a tener una cultura de prevención que me va a hacer ser más humano”. La mayoría de sus alumnos son hijos de policías y con ellos sueña armar un equipo de salvamento deportivo.
Con el litoral peruano de más de 3000 kilómetros, “nosotros podríamos ser campeones mundiales de salvamento deportivo”, dice Rosales quien hace poco conoció a Carlos Alonso Ruiz, un español que se encuentra en el puesto cinco en el mundo en este deporte. Lo increíble es que Ruiz vive en Castilla de la Mancha y la playa más cercana le queda a 600 kilómetros de distancia. “Aquí tenemos todos los días para entrenar en el mar así que este debería ser un deporte de Tumbes a Tacna”, apunta Woyke.

Es más, Chorrillos podría, “con inversión mínima” ser un centro deportivo de alto rendimiento. Por ahora, esta comunidad de nadadores ha demostrado que la convivencia entre peruanos es posible. La primera tarea ha sido concientizar a las personas sobre la importancia de la limpieza del mar para el disfrute de todos.
El mollendino Roberto Yato del equipo Las Orcas dice: “A nosotros nos duele cuando entramos al mar y nos chocamos con una bolsa”. Él vive en La Punta y a pesar de eso viene hasta Chorrillos “porque aquí están mis amigos y este es mi hábitat”.
La unión de los peruanos puede ser tan grande como su litoral y con una sola brazada crear la unión que nos hace falta para ser un país que busca su norte.