Hace una semana se estrenó en salas limeñas y de provincias la película El viaje macho (Badu Producciones) de Luis Basurto.
Pues bien. El viaje macho genera varios ecos en el espectador de turno. Por un lado, su protagonista Carlos Espejo (Luis Ramírez) sale de la cárcel después de muchos años y lo primero que hace es buscar a su familia, en especial a su hijo Daniel, de quien se entera que ya no vive en Huancayo, además, su casa ya no le pertenece porque su hijo precisamente la vendió. Entonces, Carlos Espejo emprende un periplo que lo lleva a recorrer Huancayo bajo el ánimo de un nuevo reconocimiento de su tierra natal (¿o un reconocimiento de sí mismo?). En segundo lugar, tenemos el silencio del paisaje de la Sierra central, que se convierte en el sustento de una película que transmite en lo no dicho y que expande su radiación en travellings que recuerdan mucho (guiño justificado) a los de Andrei Tarkovsky.
En esta road movie interior, Carlos Espejo no está solo. Él forja una complicidad con el músico ciego Nazario (Amiel Cayo), a quien conoció en la cárcel. Nazario no tiene las mismas urgencias de Espejo, y solo busca reencontrarse con su hija (Magaly Solier), por la que precisamente tuvo que ir a la cárcel. Espejo y Nazario viajan por la Sierra central en el mítico Tren macho que recorre Huancayo y Huancavelica. En este punto, El viaje macho ya brindas las señas de su sentido: el director privilegió el proceso del viaje/reencuentro/autorreconocimiento y no la resolución del mismo. A saber, el encuentro de Nazario con su hija (Solier), todo un homenaje a uno de los cineastas mayores de los últimos tiempos: “Con esa escena del reencuentro, quise hacer mi escena Abbas Kiarostami”, dice satisfecho Basurto.
Basurto no duda en ocultar sus influencias:
“Me influyó mucho el neorrealismo italiano, en especial el cine de Antonioni, que tiene personajes que expresan mucho sin hablar. Cuando hice el guion de El viaje macho tenía esa esencia. Y en cuanto a los silencios, me gusta mucho lo que hace Jim Jarmusch en Extraños en el paraíso”, dice Basurto para luego aseverar que desde siempre ha sido un fagocitador de películas: “Iba mucho a la Filmoteca, veía mucho cine”.

Y añade: “No se lo he dicho a nadie. Cuando hacía las escenas de El viaje macho me cuestioné si valía la pena, no sabía si al decir “acción” estaba haciendo algo. Me preguntaba qué estaba haciendo. Todo este proceso me hizo cuestionar y luego de reflexionar me di cuenta de que la película mantenía la esencia de lo que yo quería”, indica tras señalar que su película, que partió sin apoyo alguno para luego recibir los de Ibermedia y el Ministerio de Cultura, mantuvo su espíritu escueto y poético, pese a que recibió la alternativa de rodarla en México y no en su natal Huancayo, donde finalmente se filmó.
“El personaje de Carlos Espejo es un personaje casi de la vida real. Viví en Huancayo entre los 80 y 90 y el tema de la violencia interna nos afectó. No solo por el terrorismo sino por la contraparte. Acusaciones injustas, por ejemplo, y eso se entiende con el personaje. El personaje retrata esa situación —acusado injustamente de terrorismo— porque hemos conocido casos de una manera cercana.
Yo no escribo de lo que no conozco. El personaje, al salir de la cárcel, toma lo que le toca vivir. El actor Luis Ramírez (Carlos Espejo) decía que El viaje macho no es el viaje de Huancayo a Huancavelica en tren, sino el viaje duro que muchos tenemos que hacer en esta vida, que nos toca atravesar en nuestros momentos más difíciles”.
Trabajé con Jorge Vignati y Alejandro Legaspi, del Grupo Chaski. Veía unos procesos históricos muy narrativos, donde la imagen y la estética estaban supeditadas a la narración… Hay maneras expresivas de no usar el lenguaje clásico, el plano contra plano… Ichi Terukina me dijo que en la película El viaje macho hay una búsqueda del plano andino. No es voluntario, pero trabajar esas escenas, trabajar con el entorno, no había que desaprovecharlo. Pienso en la película de Kiarostami El viento nos llevará. De todo aprendí, es una búsqueda de un poco de influencia, de los valores que aprendí y que te ubican donde te encuentras”.
Sobre su apego a Huancayo como locación y próximos proyectos:
“He tenido la oportunidad de filmar en otras partes, pero mi obra, y en especial esta película la concebí para ambientarse en Huancayo y no en otro lugar que no sea en donde viví y crecí. He escrito muchas historias de donde soy. Sin embargo, la próxima película, que será con Magaly Solier y Jesús Luque de la película Manco Capac, será filmada en Lima, en los cerros de Villa María del Triunfo”.
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