“En la Villarreal nos veían como comunistas de mierda y en San Marcos como apristas de mierda”, dice el poeta y crítico Ricardo Falla, autor de Fondo de fuego: la generación del 70 (1990), libro que sería ideal reeditar para los interesados en esa década que tuvo tantos poetas como muy buenos poemarios.
Falla coge su libro:
“La Villarreal era una universidad nueva, y es ahí donde se experimenta el fulgor de una de las tres más grandes generaciones de la poesía peruana, la del 70; las otras fueron las del 20 y el 50”.
Toda generación tiene una prehistoria. Falla fue testigo y partícipe de ese proceso.

“En 1964, fundé con Jorge Pimentel, Manuel Morales y otros la revista Gleba Literaria. En ese tiempo, la Villarreal estaba tomada por el APRA, que tenía un espíritu macartista”.
Razón no le falta, eran años de convulsión social y política. “La bufalería del APRA maltrataba y agredía a los jóvenes poetas y estudiantes, querían controlar la universidad en todos sus aspectos”. Pese a tener meses de fundada, en la Villarreal empezó a forjarse una inquietud literaria harta del encorsetamiento académico.
“No teníamos la presión de la gran tradición, nos reuníamos en la casa de Pimentel, en la mía, y hablábamos de poesía y discutíamos sobre los autores que íbamos descubriendo”. En 1968, Falla funda la revista Nueva Humanidad, en donde también participa Pimentel y publican sus poemas Sonia Luz Carrillo y Jorge Nájar. “Muchos poetas se dieron a conocer en revistas, pero abandonaron la poesía, como Juan Paredes Castro y César Hildebrandt”.

El APRA veía con preocupación la irrupción de estos poetas, porque “nosotros irradiábamos, realizábamos recitales de poesía que acababan a patadas y puñetes”. Ante ese escenario, El APRA intentó aquietar la algarabía estudiantil. Por ello, mediante la Federación de Estudiantes de la Villarreal, lanzó la revista miscelánica Universidad, cuyo director fue César Hildebrandt. “César era militante de la Juventud Aprista, era aprista e incluso su abuelo fue fundador del APRA”.
Falla publicó textos de Hildebrandt en Nueva Humanidad, “pero César se fue alejando de la poesía y se obsesionó con el periodismo”. Y a la pregunta sobre qué le parecían los poemas del hoy ineludible periodista, Falla no duda: “Eran poemas muy amanerados”.

Gratos y molestos recuerdos de esos años.
A saber: “Yo vi cómo los apristas apuñalaron por la espalda a un estudiante”. Y muestra satisfacción al recordar que “nuestro triunfo generacional fue Poemas de entrecasa, que ganó Los Juegos Florales de la Cantuta en 1967”, dice Falla sobre lo que para él fue un anunció de lo que estos poetas harían años después, que tiene su muestra mayor en el Movimiento Hora Zero.
¿Quién fundó Hora Zero?
Falla no duda: “Juan Ramírez Ruiz, pero el movimiento no sería lo que es sin Jorge Pimentel”. El manifiesto Palabras Urgentes fue un hecho histórico, el cual generó odios no olvidados hasta el día de hoy.
“Éramos conchudos, éramos poetas malditos, vivíamos, leíamos, discutíamos”. Como tiene que ser.