¿Qué define la intensidad de una puesta en escena? Esta quizá haya sido una de las preguntas que se formuló el reconocido director y dramaturgo francés Pascal Rambert al momento de escribir Hermanas (2018), que por estos días podemos ver en el ICPNA de Miraflores ( en coproducción con Laberinto) y que no solo viene generando el favor del público, sino también discusión en el mismo, característica no muy frecuente en el medio, por cierto.
Lo que Rambert se propuso fue la construcción de una epifanía y la consigue en la medida en que las actrices hagan suya la poesía que en sus silencios proyecta el guion. Porque la intensidad de las actuaciones de Lucía Caravedo (Lucia) y Denise Arregui (Denise) no yace en el voltaje verbal, sino en la administración del mismo mediante las pausas refugiadas en lo “no percibido”, lo que suscita una tensión comunicativa que aleja la obra del lugar común, con mayor cuando se trata de una con criterios minimalistas (escenario y sillas de colores, a saber) y temática ubicada en el imaginario del público como es el ajuste de cuentas entre hermanos.
Lucía es una trabajadora social que está por iniciar una conferencia cuando es interrumpida por Denise, conocida periodista, lo que provoca un furibundo cruce de frases, en franca competencia de quién hiere más a quién. La cólera/tirria se justifica en un acontecimiento ineludible: la muerte de la madre de ambas (no spoiler).
Partiendo de ese hecho trágico, Denise y Lucía llevan a cabo un recuento sin adornos que recorre su vida hasta el presente. Al respecto, Rambert ha declarado que lo que buscaba de las actrices (Caravedo y Arregui, como en las duplas de la obra en otros países) era que el guion encienda el carácter (este es uno de los motivos por los que usan sus nombres reales) y así se configure la violencia interna del mismo.
Es decir: lo que observa el espectador es un despliegue emocional y físico, que halla en la tensión señalada líneas atrás su propósito: su peculiar epifanía, la que buscaba Rambert: que la obra quede más allá de la representación de turno y conduzca al espectador —si lo quiere— a la reflexión a razón de las preguntas que deja Hermanas. Si bien Lucía y Denise se enfrentan sin tregua, la batalla sería solo tal y olvidable sin esa cuota poética silente entre los respiros de las invectivas.
Rambert fue condecorado en 2016 con el Premio de la Academia Francesa de Teatro por la totalidad de su obra. Obvio: es un capo del teatro mundial. Por su parte, Arregui y Caravedo cumplen con creces —dejan la piel, y más, en el asador— en esta primera presentación de un proyecto del francés en Lima.