Días antes de partir a la Bienal de Venecia —el evento artístico más importante del mundo—, el reconocido crítico de arte Jorge Villacorta recibió a CARETAS en su estudio para conversar de lo que será un acontecimiento para la escena cultural peruana: el libro homenaje a Juan Javier Salazar (1955-2016) que acaba de editar: Paraguas existencial (Lunwerk Editores), que contiene una selección de su obra plástica más una antología —de textos propios— que la repasa (Perú, país del mañana (1981), en la que se incluye la galería de presidentes de cuyas bocas un globo consigna “Mañana”; series de esculturas como Exnovias rodeadas de los perros de mis amigos, la intervención Envolviendo a Pizarro en tela de muro inca de 2001, Perú Jaguar/Otorongo y más), del mismo modo tres ensayos medulares de Mirko Lauer, Rodrigo Quijano y Rodrigo Vera, la ineludible entrevista “Anti-Szyszlo” de Andrés Hare, y testimonios de Roger Santiváñez, Karen Bernedo, Emilio Tarazona, Herbert Rodríguez, César Ángeles, Victoria Guerrero, Armando Williams, entre otros.

“La influencia de Juan Javier Salazar es crucial para la escena plástica actual”, dice Jorge Villacorta. (FOTO: VÍCTOR CH. VARGAS).
Visto de lejos y de cerca: la publicación refleja el espíritu de Juan Javier Salazar, en una confluencia intelectiva y emocional que Villacorta precisó como “una muestra de amistad y respeto por su obra, que nos cuestiona partiendo de la historia total del Perú, siendo irónica, asumiendo este país desde sus aristas incómodas. Juan Javier vivió el reconocimiento de la crítica y del público, en especial de los jóvenes. Para ellos, Juan Javier era una referencia inmediata”.

Salazar vivió en coherencia con su poética plástica y su carácter era peculiar tanto por lo que expresaba y callaba. Era un imán. “Juan Javier iba mucho a los recitales de poesía en los ochenta, lo conocí en la Bienal de Trujillo de 1987 y yo lo traté más a partir de los 90. Trabajaba para vivir, podía vender una obra en 50 soles porque necesitaba 50 soles cuando en las galerías costaba 250 dólares. Así era él y lo que atraía era su desapego de sí mismo”. Lo dicho por Villacorta resulta revelador: hay una obra desperdigada que requería un orden de ubicación y ese orden lo proporciona precisamente Paraguas existencial —aún pendiente la obra audiovisual, la cual es más rastreable—, que también es el resultado de un trabajo detectivesco que inició al día siguiente de la muerte del artista.

Paraguas existencial se presentó en la reciente Pinta ParC 2022.
Igual que Juan Mejía Baca con Martín Adán, Villacorta junto a Alina Canziani y Carmen Sifuentes fueron tras esa obra dispersa, motivados por el rescate de la misma y la amistad. Sin embargo, Villacorta señala que “no puedo decir que fui su amigo, hemos compartido momentos, sí, pero ni siquiera hemos almorzado juntos. Esto es producto de una profunda admiración”.
Bien jugado.