1982
Francisco Espinoza Dueñas (Perú, 1926 – Sevilla, 2020) fue un artista egresado de Bellas Artes de Lima, que marchó muy temprano a España a perfeccionarse como muralista en San Fernando. Posteriormente se trasladó a París donde incrementó sus conocimientos de cerámica. La Revolución Cubana lo llevó a residir en La Habana durante un lustro, luego marchó a vivir a Burgos donde se dedicó a enseñar, a hacer litografías y a trabajar murales, como una prolongación de los dedicados a Pachacútec y a César Vallejo en Cuba.
Atraído por la nostalgia, regresó en 1982 en un reencuentro que marcó un hito, pues fue él quien sentó las bases de los murales en la Vía Expresa. Esta tarea titánica no contó con apoyo oficial alguno. Solo un grupo de entusiastas, reunidos por la actriz María Cristina Ribal, posterior escritora de culebrones para Televisa, quien reunió voluntades para iniciar esta labor en el Trébol de Javier Prado.
Experto muralista, hizo un trabajo dedicado a Vallejo que concitó la atención de la ochentera Lima. El Alcalde Orrego participó de las fotos de la inauguración pero Espinoza Dueñas terminó marchándose por la fría acogida que le brindara Lima.
El proyecto continuó con la otra hoja del Trébol. Un espléndido mural de Szyszlo, su mejor obra pública. Sin embargo, cuando en 1997 Interbank decide crear su sede, convoca al arquitecto ganador del Premio Pritzker, Hans Hollein (Austria 1934 – 2014). Durante los trabajos de construcción de uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad el mural de Szyszlo desapareció. Lo curioso es que Szyszlo, siempre dispuesto a declarar, no emitiera opinión alguna sobre este caso.
1989
Alberto Andrade fue el gran alcalde de Miraflores. Luego hizo una inolvidable gestión en Lima. Su memoria ha sido traicionada por Somos Perú, el partido que fundó.
En 1989 quiso continuar con los murales en el distrito. Imaginaba continuar —como en San Isidro— haciendo cuadritos como en una sala, pero siempre tuvo la inteligencia de asesorarse. Al consultarme le dije que una obra de arte público debía tener continuidad en el espacio y en el tiempo, un recorrido fluido, como el tránsito vehicular que lo acompaña. En ese entonces cada Municipio tenía independencia sobre el fragmento que le correspondía y se procedió a encargar el diseño de la Vía Expresa.
Para evitar acusaciones de favoritismos, le pedí a Adolfo Winternitz, decano de la Facultad de Arte de la Universidad Católica, que dedicara un ciclo de su curso de Integración de las Artes para diseñar el mural. Lamentablemente, los resultados no fueron aplicables al lugar específico.

Fue entonces que le propuse que fuera Ricardo Wiesse quien diseñara el mural, después de hacer una simulación de su obra en los muros. Winternitz dio su aprobación y comencé a dirigir la tarea.
Terminaba el primer gobierno de García y dejaba un país en quiebra, pero con el empuje de Andrade emprendimos la tarea de pedir donaciones de mayólicas rotas y de pegamento. Asimismo solicitamos a Cedro y a los colegios del distrito ayuda de jóvenes voluntarios.
Wiesse donó el proyecto y todos pusimos manos a una obra titánica. Era emocionante ver racimos de jóvenes colgados de andamios pegando cada pieza y a Ricardo Wiesse supervisando lo que sería el mayor ejemplo de obra pública en el país.
2003
El mural comenzó a deteriorarse rápidamente. Además el polvo lo cubría y no permitía su correcta apreciación. Quisimos restaurar su totalidad pero ya no era posible. Se había unificado la gestión del zanjón y cada Municipio no podía hacer lo que considerase conveniente. EMAPE estaba a cargo de la vía y no permitía su intervención por lo que el “cadáver ¡ay! siguiómuriendo”. Ay, Castañeda.

2019
Cuando Luis Molina asumió la Alcaldía de Miraflores me entrevisté con él y con el gerente de Cultura de ese entonces para tratar sobre la recuperación del mural. (Ver “Una Recuperación Monumental” en CARETAS, 04 de abril 2019). Molina se comprometió a que la obra sería inaugurada en julio de ese año, junto con los Juegos Panamericanos, algo que a todas luces era utópico.
Todo terminó el pasado 15 de diciembre gracias al esfuerzo de Miguel Molinari, anterior gerente de Cultura, y de Rubén Ramos, encargado de las galerías miraflorinas. Pero esta vez hubo una inversión considerable. Se contrataron a 30 operarios. Jorge Gutiérrez, el técnico que trabaja con Wiesse vino desde Buenos Aires, se compró el pegamento adecuado y se invirtió en mayólicas enteras, lo que permitía una pegado más seguro pero más plano.
Ricardo Wiesse hizo una ligera variación del diseño original y los colores cambiaron de manera más luminosa llenando de colorido a un mural que ahora solo abarca hasta Diez Canseco. Es un recorrido disminuido pero Molina debe ser reconocido. Destruida “La máquina de arcilla” de Rodríguez Larraín, en Huanchaco, Ricardo Wiesse tiene la obra pública más importante de nuestro país.
2021
Para muchos, Jorge Muñoz hizo una mediocre alcaldía. El atenuante de la pandemia no impide comprobar que su gestión fue un fracaso. Solo despertó de su modorra cuando vio los trabajos en Miraflores. Entonces ordenó a EMAPE convocar a los encargados miraflorinos para que informaran de todos los detalles necesarios para hacer una tarea similar.
En lugar de hacer una convocatoria abierta o buscar varias alternativas, convocaron a Andrea Cánepa, una joven artista cuya obra respeto y admiro. Ella tiene un valioso recorrido internacional pero su acertado diseño no fue sometido a escrutinio alguno. En septiembre, Cánepa había presentado a la Municipalidad de Lima una propuesta de esculturas públicas cubiertas de mosaicos, pero no fue atendida. Su nombre debió haber quedado registrado, y en lugar de pedir asesoría a los expertos, ella fue convocada directamente para asumir una tarea endiablada por las incontables trabas de la burocracia municipal.
Como los acaldes otorgan prioridad al marketing político, no se detuvieron a pensar que hubiera sido más razonable tomar el diseño de un artista fallecido. Rodríguez Larraín o Szyszlo tienen obras extraordinarias que merecen perennizarse en este país sin memoria. Y si se buscaba a un artista vivo debió invitarse a uno consagrado que forme parte de nuestra historia. Llona o Polanco, por ejemplo. Pero estas son disquisiciones que lucirían superficiales a los dos alcaldes de Lima provenientes de ese partido delincuencial llamado AP. Nunca lo olvidaremos.